Desde lo alto
orino hacia la aldea
que duerme un sueño profundo
*
Con barrer las hojas secas
tengo más que suficiente
*
Friendo pescado,
a veces también friéndome la mano
Vida en soledad
*
Sobre la nieve cae la nieve
Estoy en paz
*
Sigo la luminosidad
y la oscuridad del viento
*
Así, tal cual,
como hierbas que son,
los brotes se abren
*
Hacer un fuego
para uno solo
*
Emborrachándome a solas
Un canto de hitaki
*
Obedientemente
florece blanca la flor
*
En el día de muertos te ofrezco udon,
mamá,
y luego me lo comeré
*
Caen las hojas
Mastico cálidamente
la luminosidad de mi arroz hervido
*
Parece que alguien se ha tumbado
a descansar entre las flores de akikusa...
Pues yo también
*
El corazón en paz
La vida diaria de las montañas
*
¿Qué pretendo encontrar
internándome en el viento?
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Taneda Santoka. Saborear el agua. Cien haikus de un monje zen. Traducción de Vicente Haya e Hiroko Tsuji. Madrid: Hiperión, 2004.
En la más honda espesura de la montaña, llegar a la desnudez * Libélula, estoy en pelotas, a ver dónde vas a posarte... * De la luna cae con elegancia una hoja de kaki * Cuando trabajo la tierra a solas surge una canción * No puedo renunciar al sake Vuelven a brotar árboles y hierbas * Borracho durmiendo entre grillos * En mis piernas cansadas se ha posado una libélula * Los dolores del viaje expuestos al sol * Sólo si tu vida es algo no sabido, el canto del misosasai [pájaro] * Reconozco este ruido de pasos entre las hojas secas * Caen las hojas... Dentro, en lo profundo, contemplo al Buda * Caen las hojas... Desde ahora, el agua se vuelve más sabrosa * La recojo y la alzo hacia la luna La luminosidad del agua * ...Y, a veces, dejo de mendigar y miro las montañas * La nieve cayendo sin cesar mientras contemplo la nieve que cae * La luminosidad de la nieve llena la casa en calma * Un manotazo a una mosca otro a un mosquito y otro a mí mismo * Se está quemando un insecto ¡Qué dulce olor! * Rodeado por arbustos de té, llevo una existencia anónima * Parece que voy a morir con el alma tranquila sobre la hierba que brota * Profundamente emocionado por seguir vivo Es hora de coser mis ropas * El viento frío, indiferente, pasa ante la muerte * Tengo un poco de fiebre No hay tiempo que perder dentro del viento * Con viento de otoño recojo una piedra * No hay remedio El viento sopla contra mis incoherencias * Un viento que va de la montaña a la campanilla... Yo quiero seguir viviendo... * Sin pensar en nada, rompiendo ramitas secas * Mi corazón vuelve a nacer De entre la escarcha recojo el daikon [hortaliza del tipo remolacha, rábano] * Al pie de la montaña En paz, vivo sin un solo diente
----- Taneda Santoka. El monje desnudo. 100 haikus. Traducción de Vicente Haya, Akiko Yamada y José Manuel Martín Portales. Madrid: Miraguano, 2006.
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