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Writer's pictureiván garcía lópez

Poemas japoneses a la muerte




I. LA MUERTE Y SU POESÍA EN LA HISTORIA DE LA CULTURA JAPONESA

Hoy es el último día en que veré graznar a los patos reales sobre el lago Iware. Después desapareceré entre las nubes.

Otsu

Este mundo ¿con qué puedo compararlo? Con campos de otoño tenuemente iluminados, al anochecer, por los relámpagos.

Minamoto-no-Shitago

Sorprendido por la oscuridad me refugiaré bajo las ramas de un árbol. Sólo las flores me acogen esta noche.

Taira-no-Tadanori

Como un leño podrido y semienterrado, mi vida, sin florecer, llega a este triste final.

Minamoto-no-Yorimasa

Quiero morir en primavera bajo los cerezos en flor, con la luna llena.

Saigyo

Un día naces y otro mueres. Hoy, al anochecer, sopla la brisa de otoño.

Chikamasa

Aunque mis días se hubieran prolongado, la oscuridad no habría abandonado este mundo. En el sendero de la muerte, entre las colinas, contemplaré la luna.

Oroku

Si alguien preguntara adónde ha ido Sokan, decid tan sólo: “Tenía cosas que hacer, en el otro mundo”.

Yamazaki Sokan

Creí que viviría dos siglos, o tres. Pero ya me llega la muerte, cuando soy un muchacho de apenas ochenta y cinco años.

Hanabusa Ikkei

Cuando muera, entiérrenme en una taberna, bajo un tonel de vino. Con suerte, goteará.

Moriya Sen’an

*El último verso, “quizá goteará”, suena parecido al nombre del poeta (moriyasennan).

De viaje, enfermo: mis sueños vagan por los eriales.

Basho

Encerrado en mi habitación: mis sueños vagan por los burdeles.

(Poeta de senryu)

II. POEMAS A LA MUERTE DE MONJES ZEN

Todas las doctrinas, rotas; Las enseñanzas del zen, desechadas: Ochenta y un años. El cielo se resquebraja y desploma, la tierra se abre: en el corazón del fuego se esconde la primavera.

Giun

Al venir, todo está claro, no hay duda. Al ir, todo está claro, sin duda. ¿Qué es, pues, todo?

Hosshin

Vine al mundo con las manos vacías, descalzo lo dejo. Venir, partir: dos sencillos sucesos que se entrelazaron.

Kozan Ichikyo

La vida es como la neblina que exhala la gruta de una montaña, y la muerte, una luna que flota en su curso celestial. Si piensas demasiado en el significado de estas cosas estarás atado para siempre como un asno a su estaca.

Mumon Gensen

Cuando viene, ¡eso es! Cuando se va, ¡eso es! Ir y venir suceden cada día. Las palabras que ahora digo, ¡eso es!

Musho Josho

Durante más de treinta años me he esforzado por anularme. Salto ahora al abismo de la muerte. El suelo se deshace, el cielo gira.

Rankei Doryu

La verdad nunca se obtiene de nadie. Uno la lleva siempre consigo. ¡Katsu!

Tetto Giko

Mis setenta y seis años han terminado. No nací; no he muerto. Las nubes flotan en el vasto, altísimo cielo. La luna sigue su camino de un millón de millas.

Yakuo Tokuken

III. POEMAS A LA MUERTE ESCRITOS POR POETAS DE HAIKU

Nada indica en el canto de la cigarra que pronto estará muerta.

Aki-no-Bo

Caen los pétalos del ciruelo. Miro a lo alto: el cielo, la luna nítida.

Baiko

La noche de invierno más larga: caen los pétalos del ciruelo y, al fin, la luna del oeste.

Bankoku

De viaje, enfermo: mi sueño vaga por los eriales.

Basho

Últimamente las noches amanecen blancas como la flor del ciruelo.

Buson

Se enciende tan tenuemente como se apaga: una luciérnaga.

Chine

Un cervatillo retoza en el campo. Me pongo la ropa nueva de primavera.

Chiyojo

También he visto la luna y ahora, mundo, “suya, atentamente…”

Chiyoni

Sin carga, rumbo al cielo, barco de la luna.

Dohaku

Las semillas del loto saltan alegremente en diez direcciones.

Donsui

Un regalo de despedida para mi cuerpo: cuando desee expiraré.

Ensei

Un luminoso y agradable día de otoño para hacer el viaje de la muerte.

Fukyu

Ipomea, aunque te marchites, seguirá amaneciendo.

Gengen’ichi

Ved. Ved cómo se derrite la nieve de primavera, y yo todavía aquí…

Ginko

Aún no me he cansado de este mundo. ¿Hacia dónde sopla la brisa de otoño?

Gofu

Una solitaria hoja de paulonia cae por el aire puro de otoño.

Gohei

Se secan los campos: helado envés de la hierba, hora de mi muerte.

Gokei

Con el corazón sereno, parto hacia el cielo del oeste.

Hakujubo

En paz, por encima de mi enfermedad, el verano arde, lento.

Hakusetsu

El año acaba: no he dejado mi corazón atrás.

Hankai

Ahora, como espíritu, vagaré por los campos de verano.

Hokusai

Oh, sagrado espíritu, partamos hacia el cielo del oeste.

Hokuso

Templo de la montaña: lejano como la almohada en que reposo, el sauce se despoja de sus flores.

Horoku

Sueño roto: ¿adónde van las mariposas?

Ichimu

Devuelvo mi nombre al entrar en este Edén de flores.

Inseki

Aunque me retraso en el camino que siguió mi maestro, sobre nosotros brilla una luna.

Isaibo

Así es, ciertamente. Y nunca había reparado en el rocío que cubría la hierba.

Kangyu

El verano descansa sobre mí: hoja de loto.

Kassan

Mi viejo cuerpo: una gota de rocío que ha crecido en la punta de una hoja.

Kiba

¡Setenta y uno! ¿Cómo ha durado una gota de rocío?

Kigen

En la vasta y vacía noche de otoño amanece.

Kinko

La alegría de las gotas de rocío sobre la hierba cuando se evaporan.

Koraku

Un último pedo: ¿son éstas las hojas de mi sueño, cayendo, vanidosas?

Kyo’on

Cuando camino, la luna camina a mi lado: amigo en el agua.

Masahide

Ahora que un incendio ha destruido mi almacén, nada oculta la luna.

Masahide

El sendero del paraíso está pavimentado con brillantes pétalos de ciruelo.

Masumi Kato

Hoy me pongo ropa de verano y viajo a un mundo que aún no he visto.

Michikaze

Caed, pétalos del ciruelo, caed. Y dejad el recuerdo del aroma.

Minteisengan

La espuma de la última agua se ha disuelto. Mi mente, clara.

Mitoku

En los campos donde anoche nevó, fragancia de ciruelo.

Okano Kin¡emon Kanehide

Este fantasmal caer de pétalos se desvanece en luna y flores…

Okyo

¡Qué risa! Muevo los brazos y emprendo el camino: tormenta de invierno.

Osen

Una hoja se va, y otra se suma al viento.

Ransetsu

Limpié el espejo de mi corazón. Ahora refleja la luna.

Resenki

La noche en que comprendí que este es un mundo de rocío, me desperté del sueño.

Retsuzan

Ya revela su cara oculta, ya la otra. Así cae una hoja de otoño.

Ryokan

Ahora entiendo cómo el tercer verso de luna y flores se entrelaza.

Ryuho

Qué triste… entre las flores del equinoccio de primavera, un viaje hacia la muerte.

Sakyoku

Vamos a ver, para mi viaje al otro mundo me pondré el vestido de flores.

Setsudo

He pasado por este mundo: una vida de luna y nieve y flores.

Seguramente también en la Montaña de la Muerte hay casas de té con vistas a los ciruelos.

Shiyo

Una luna. Un yo. Sendero nevado.

Shofu

De camino al oeste, las tempranas flores del cerezo me permiten orientarme.

So’oku

Durante cincuenta y ocho años me he divertido con la luna y las flores.

Tanko

Los poemas a la muerte son un engaño. La muerte es la muerte.

Toko

Mi vida ha sido una locura hasta esta noche iluminada por la luna.

Tokugen

El gorjeo del ruiseñor me hace olvidar los años que tengo.

Uko

El dueño de las flores del cerezo se vuelve abono para los árboles.

Utsu

Al fin me abro paso por la nieve espesa: el camino del pincel.

Wakyu

Poemas japoneses a la muerte. Escritos por monjes zen y poetas de haiku en el umbral de la muerte. Traducción al español de Eduardo Moga. Barcelona: DVD poesía, 2002. 3ª edición.

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