Día tras día prepara tu corazón, refinando tu técnica.
La vida es crecimiento. Si dejamos de crecer, técnica y espiritualmente, es como si estuviéramos muertos.
Las técnicas no vinculadas a principios más elevados darán resultados contraproducentes que nos perjudicarán enormemente. En el aikido, el cambio es la esencia de la técnica. En el aikido no hay formas. Como no hay formas, el aikido es el estudio del espíritu. No se dejen atrapar por las formas, porque si lo hacen perderán las distinciones sutiles que funcionan en las técnicas. En el aikido, el discernimiento espiritual es lo primero y la reforma del corazón lo segundo. Una buena técnica es aquella que se basa en pensamientos verdaderos. Utilicen el cuerpo para manifestar el espíritu en forma física.
Cualquier movimiento puede convertirse en una técnica de aikido. Éste es el consejo que les doy: aprendan a olvidar, aprendan a olvidar... Consigan que las técnicas se conviertan en parte de su ser.
No puedes imitar lo que yo hago. Cada técnica es única, una experiencia definitiva. Mis técnicas emergen libremente, como de una fuente. En lugar de intentar copiar lo que yo hago, escucha lo que digo. Ahí es donde radica la esencia de las técnicas.
Hacia las dos de la madrugada, mientras llevaba a cabo el ritual de purificación, de repente olvidé todo el arte marcial que había aprendido hasta entonces. Todas las técnicas transmitidas por mis maestros aparecieron totalmente renovadas. Ahora eran vehículos para el fomento de la vida, el conocimiento, la virtud y el buen sentido, y no instrumentos para voltear o inmovilizar a las personas.
Las técnicas sutiles surgen de manera tan natural como la sucesión de las estaciones: primavera, verano, otoño, invierno…
“Maestro, llevamos practicando la misma técnica desde hace una hora. Enséñenos algo distinto”, dijo un estudiante. “Tonto –respondió Morihei. Todas ellas eran distintas. Cuando puedes percibir la diferencia es cuando empiezas a realizar progresos en aikido”. Y cuando alguien pedía que le enseñase una técnica secreta, recibía una respuesta parecida: “Todas las técnicas contienen todos los secretos que necesitas”. (Del prólogo de John Stevens)
Cuando un estudiante preguntaba: “¿Cómo se llama esta técnica?” Morehei respondía: “Ponle tu nombre. Eso la convertirá en algo más personal”. (Del prólogo de John Stevens)
Cuando uno aprende a sentir la miríada de variaciones existentes en la respiración universal, entonces nacen las técnicas individuales del arte de la paz. Considera cómo fluctúa la marea. Cuando las olas rompen contra la orilla, forman una cresta y caen, creando un sonido. Tu respiración debe seguir la misma pauta, absorbiendo todo el universo en tu vientre con cada respiración.
El verdadero aprendizaje es fruto de la educación intelectual, la educación física, la educación ética y la educación del ki.
Estudia y practica.
El propósito de la educación es abrir el espíritu. La educación moderna lo ha olvidado. Todo el universo es un enorme libro abierto, lleno de cosas milagrosas, y esa es la razón por la que es tan necesario el verdadero aprendizaje. Así pues, y con este espíritu, acepten las responsabilidades, fórmense bien, desarróllense, florezcan en el mundo y den fruto. [De una conferencia a estudiantes universitarios.]
Cuando tus ojos se encuentran con los de otra persona, salúdala con una sonrisa y te la devolverá. Esta es una de las técnicas esenciales del arte de la paz.
En el arte de la paz, una técnica sólo puede funcionar si está en armonía con principios universales. Esos principios deben aprehenderse a través de la mente, de una consciencia pura. Los deseos egoístas amenazan tu propio progreso, pero la mente, que no está cautiva de nociones de victoria o derrota, te liberará.
La clave de una buena técnica es mantener las manos, pies y caderas rectas y centradas. Si estás centrado puedes moverte con libertad.
Las técnicas utilizan cuatro cualidades que reflejan la naturaleza de nuestro mundo. Dependiendo de las circunstancias, deberías ser: duro como un diamante, flexible como un sauce, fluido como el agua o vacío como el espacio.
En nuestras técnicas entramos completamente en un ataque, fundiéndonos con él y controlándolo con firmeza. La fuerza reside donde el ki se halla concentrado y estable; la confusión y la malicia surgen cuando el ki se estanca.
El ki puede ser una suave brisa que acaricia las hojas o un viento intenso que parte las ramas. Esa es la base de una técnica potente.
Las técnicas del arte de la paz cambian constantemente; cada encuentro es único, y la respuesta apropiada debería emerger con naturalidad. Las técnicas actuales serán distintas mañana. No te dejes atrapar por la forma. El arte de la paz carece de forma: es el estudio del espíritu.
En último término, has de olvidar las técnicas. Cuanto más progresas, menos técnicas hay.
--- Morihei Ueshiba. El arte de la paz. Edición de John Stevens. Traducción al español de Miguel Portillo. Barcelona: Kairós, 2002.
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