DE LEJANO INTERIOR
REPOSO EN EL INFORTUNIO
Infortunio, mi gran labriego.
Infortunio, siéntate,
Descansa,
Descansemos un poco tú y yo.
Descansa,
Me encuentras, me pones a prueba, me lo pruebas:
soy tu ruina.
Mi gran teatro, mi gran obra, mi atrio,
Mi cueva de oro,
Mi porvenir, mi madre verdadera, mi horizonte.
En tu luz, en tu amplitud, en tu horror
Yo me abandono.
Henri Michaux. Poemas 1927-1954. Selección y traducción de Lysandro Z. D. Galtier. Buenos Aires: Compañía General Fabril Editora, 1959.
DE PASAJES
¿QUÉ HAGO YO AQUÍ?
¿Qué hago yo aquí?
Yo llamo.
Yo llamo.
Yo llamo.
Yo no sé a quién llamo.
A quién llamo no sé.
Yo llamo a alguien débil,
a alguien quebrado,
a alguien altivo que nada ha podido quebrar.
Yo llamo.
Yo llamo a alguien de allá,
alguien a lo lejos perdido,
alguien de otro mundo.
(¿Era pues mentira, mi fuerza?)
Yo llamo.
Ante este instrumento tan claro,
no es como sería con mi sorda voz.
Ante este instrumento que canta que no me juzga,
que no me observa,
perdiendo toda vergüenza,
yo llamo,
yo llamo,
yo llamo del fondo de la tumba de mi infancia
que se encoleriza y se contrae aún,
del fondo de mi desierto presente,
yo llamo,
yo llamo.
El llamado me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, yo llamo.
Para desmoronar mi cielo raso sin duda sobre todo
yo llamo.
"Poema". Traducción de Arturo Carrera. El Cielo 1 (septiembre-octubre de 1968). Tomado del Archivo Histórico de Revistas Argentinas.
DE CIERTA PLUMA
EN LA NOCHE
En la noche
En la noche
Me he unido a la noche
A la noche sin límites
A la noche.
Mía, bella, mía.
Noche
Noche de nacimiento
Que me colmas con mi grito
Con mi trigo
Tú que me habitas
Que haces olas olas
Que haces olas en todos lados
Y humeas, eres tan densa
Y muges
Eres la noche.
Noche que yace. Noche implacable.
Y su fanfarria, y su playa.
Su playa en la altura, su playa en todas partes,
Su playa bebe, su peso es rey, y todo se hunde bajo él.
Bajó él, más delgado que un hilo.
Bajo la noche.
La Noche.
Traducción de Jorge Esquinca.
Henri Michaux. El pulso de las cosas. Antología poética. Traducciones de Ulalume González de León y Jorge Esquinca. México: UIA / Artes de México, 1998. p. 43. Col. Poesía y Poética.
DE LA VIDA EN LOS PLIEGUES
APARICIÓN
Colmada de mí.
Colmada de ti.
Colmada de las velas interminables de quereres oscuros.
Colmada de pliegues.
Colmada de noche.
Colmada de los pliegues indefinidos, de los pliegues de mi vigía.
Colmada de lluvia.
Colmada de fracturas, de restos, de montones de restos.*
De gritos también, sobre todo de gritos.
Colmada de asfixia.
Tromba lenta.
A LA ESPERA
Un ser loco,
un ser faro,
un ser mil veces tachado,
un ser exiliado desde el fondo del horizonte,
un ser enfurruñado en el fondo del horizonte,
un ser gritando desde el fondo del horizonte,
un ser flaco,
un ser íntegro,
un ser orgulloso,
un ser que querría ser,
un ser en el batimiento de dos épocas que se entrechocan,
un ser en los gases deletéreos de las conciencias que sucumben,
un ser como en el primer día,
un ser
–– *Juego de palabras: Emplie de bris, de débris, de monceaux de débris. N. del T.
Henri Michaux. De "Apariciones". En La vida en los pliegues. Traducción de Víctor Goldstein. Buenos Aires: Ediciones Librerías Fausto, 1976.
DE MIS PROPIEDADES
Pronto cumpliré treinta años y aún no tengo nada; naturalmente me impaciento. A menudo consigo formar un objeto, o un ser, o un fragmento. Por ejemplo, una rama o un diente, o mil ramas y mil dientes. ¿Pero dónde colocarlos? Hay personas que sin esfuerzo logran crear macizos, multitudes, conjuntos. Yo, no. Mil dientes sí, cien mil dientes sí, y hay días que en mi propiedad tengo cien mil lápices, pero ¿qué hacer en un campo con cien mil lápices? (no es lógico) o entonces pongamos cien mil dibujantes.
Traducción de Idalia Morejón Arnáiz. Sin más datos de publicación.
MI DIOS
Había una vez un ratón
y a tal punto debieron maltratarlo;
seré más explícito, era un carnero
y a tal punto debieron aplastarlo,
pero era, lo juro, un elefante
y que, por otra parte, se me comprenda bien,
uno de esos inmensos rebaños de elefantes del África
que nunca están bastante cebados,
y bien, pues, a tal punto lo habían aplastado,
y los ratones lo seguían, y luego los carneros
y a tal punto aplastados,
y también había la canalla
y a tal punto aplastada
y no sólo la canalla
no solamente aplastada... no solamente reconcentrada..
¡Oh peso! ¡Oh aniquilamiento!
¡Oh cáscara de Seres!
¡Rostro impecablemente rapaz de la destrucción!
Jabón perfecto, Dios a quien llamamos a grandes gritos,
Te espera este mundo aisladamente redondo, Te espera.
¡Oh aplastamiento!
¡Oh Dios perfecto!
--Probablemente, se trate de la traducción de Lysandro Z. D. Galtier, en aquella edición de Fabril.
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