El tres o cuatro de octubre, cuando me encontraba en el hospital de Bangor (Maine), en el que llevaba dos días internada, y tras haber sido sometida a un angiograma por la mañana, Jerry Wilson, quien había llegado dos o tres antes para cuidarme y se encontraba enfermo, a su vez, me puso en las manos la admirable placa de malaquita por la que había yo regateado en varias ocasiones, en 1983 y 1985, en Nueva Delhi, para regalársela y por fin le había entregado el 22 de marzo anterior, por su cumpleaños, estando él, a su vez, hospitalizado en Maine. Desde entonces no se había separado de ella, pero seguramente mis manos estaban débiles o yo misma un poco adormecida, pues noté que algo resbalaba y un ruido ligero, fatal, irreparable, me despertó de mi sueño. Me sentí trastornada por haber destruido así para siempre aquel objeto que tan importante había sido para nosotros, aquella placa de mineral de dibujo perfecto, casi tan antigua como la Tierra. ¿De qué depósito cien veces milenario había llegado para esperarnos durante dos años en una joyería india y después cruzar y volver a cruzar dos veces el Atlántico hasta las manos de un amigo al que no quedara demasiado tiempo de vida? ¿De qué Himalaya, de qué Pamir? Pero el propio sonido de su fin había sido hermoso… «Sí», me dijo él, «la voz de las cosas». Me habría gustado volver a la India para buscarle otra placa tan hermosa como aquélla, pero decidí llamar La voz de las cosas a este librito, en el que casi nada es mío, salvo algunas traducciones, si bien me ha servido de libro de cabecera y de viaje durante tantos años y a veces para hacer acopio de valor.
Marguerite Yourcenar
Octubre de 1985 – junio de 1987
Todas las cosas,
Próximas o lejanas,
En secreto
Están vinculadas unas a otras
Y no se puede tocar una flor
Sin alterar una estrella.
*
Lo que sé de la ciencia de Dios y de las Escrituras lo he aprendido en los bosques y los campos. No tengo otros maestros que las hayas y los árboles.
Edad Media Cristiana (siglo XIII)
*
El Maestro dijo:
— Con aprender la verdad por la mañana y morir por la noche bastaría.
Analecta, IV-8
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El Maestro, refiriéndose a Yen Yuan, dijo:
— ¡Qué tristeza! Siempre lo vi avanzar, nunca detenerse.
Analecta, IX-20
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Deberían considerar buenos sus alimentos toscos, hermosa su ropa sencilla, asilos de paz sus pobres moradas y un venero de alegría su vida común y corriente.
Tao Te King, XXC-4
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Sabiduría Hasídica
Aquel hombre aprendía la canción con la que las ranas alaban a Dios. Hace falta mucho tiempo para aprender esa canción.
(citado por Martin Buber)
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Sólo el Señor va de forma en forma.
Sankara
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Hay personas por cuya mediación Dios me ha amado.
San Martín
«el filósofo desconocido»
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— Existe —dijo Tzu Kung a un jardinero— un ingenio con el que se pueden regar centenares de campos en un solo día.
» Es muy diferente del instrumento que tú utilizas, sólo requiere un pequeño gasto de energía, pero produce enormes resultados. ¿Te gustaría que te informara al respecto?
El rostro del jardinero expresó indignación.
— Con frecuencia me han contado —dijo— que los manipuladores hábiles tienen el corazón rebosante de astucia. Aquel cuyo corazón rebosa de astucias ha alterado la pista de su propia naturaleza, ha turbado la paz de su alma, y con quien ha turbado la paz de su alma el Tao no puede cohabitar. No es que yo ignore esa invención, pero me daría vergüenza utilizarla.
Chiang Tzu
(El antiaprendiz de brujo)
*
¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre
Antes de que le llaméis hombre?
¿Cuántos mares debe surcar la blanca paloma
Antes de dormir sobre la arena?
¿Cuántas veces deben volar las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia arriba
Para poder ver el cielo?
¿Cuántos oídos debe tener un hombre
para poder oír a la gente llorar?
¿Cuántas muertes serán necesarias para que comprenda
Que ya ha habido demasiados muertos?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántos años puede permanecer una montaña
Antes de ser arrastrada al mar?
¿Cuántos años pueden algunas gentes vivir
Antes de conocer la libertad?
¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza
Fingiendo no ver nada?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
Bob Dylan
Flotando en el viento
(Traducción de Carlos Álvarez).
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La voz de las cosas. Textos recogidos e introducidos por Marguerite Yourcenar. Trad. de Carlos Manzano. Madrid: Gadir, 2005. Con fotos de Jerry Wilson.
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