Discurso del “indio”.
El penúltimo ante el “hombre blanco”
Mahmud Darwish
¿Acaso dije muertos?
No hay muerte, sino un cambio de mundos.
–Jefe de duwamish, Seattle
1
Entonces, en el Mississippi somos quienes somos. Para nosotros hay lo que nos queda del ayer
Pero el color del cielo cambió, y el mar al este cambió. ¡Señor de los blancos! Tú, señor de los caballos, ¿qué es lo que quieres de aquellos que van hacia los árboles de la noche?
Elevado nuestro espíritu, la pastura sagrada y las estrellas
palabras que iluminan… si fijas tu mirada en ellas habrás leído nuestra historia entera:
nacimos aquí entre el fuego y el agua… y renaceremos en las nubes
a la orilla del litoral de lapislázuli después del día del Juicio… pronto
Entonces no sigas matando a la hierba, hay en la hierba un espíritu que defiende en nosotros un espíritu en la Tierra
Tú, ¡señor de los caballos!, enseña a tu caballo a pedir perdón
al espíritu de la naturaleza por lo que has hecho a nuestros árboles:
Oh, árbol, mi hermano
te han torturado como me torturaron a mí
no pidas misericordia
para quien a mi madre y a la tuya taló…
2
…El señor de los blancos no entenderá las antiguas palabras
aquí, en las almas libres entre el cielo y entre los árboles…
Pero Colón tiene el libre derecho de encontrar la India en cualquier mar,
y tiene el derecho de llamar “pimienta” o “indios” a nuestros espectros,
también puede romper la brújula del mar para que se alinee
junto con los erróneos vientos del Norte, ¡pero él no cree que los humanos sean
iguales como, fuera del reino del mapa, lo son el aire y el agua!
Y que ellos nazcan como nace la gente en Barcelona, aunque veneren al Dios de la naturaleza que encuentran en todas las cosas… y no adoren el oro…
Y Colón, el libre, busca una lengua que no halló aquí,
y busca oro en los cráneos de nuestros ancestros bondadosos, y tuvo
su porción de lo vivo y de lo muerto en nosotros. Entonces
¿por qué sigue con la guerra de exterminio, desde su tumba, hasta el final?
Y nada queda de nosotros, salvo un ornamento para la ruina y ligeras plumas sobre los ropajes de los lagos. Aplastaste setenta millones de
corazones… ya es bastante, suficiente para que regreses desde nuestra muerte como un rey sobre el trono de la nueva Era… pero ¿no es tiempo ya, extranjero, de que nos encontremos como dos extraños en una misma era,
y en un mismo lugar, como los extraños se encuentran al borde del abismo?
Para nosotros, lo que es para nosotros…Y para nosotros, lo que de cielo es de ustedes
Para ustedes, lo que es para ustedes… Para ustedes, lo que de aire y agua es para nosotros.
Para nosotros, lo que de guijarros es de nosotros… Y para ustedes, lo que de hierro es de ustedes…
Ven, compartamos la luz en la fuerza de la sombra, toma lo que quieras
de la noche, y déjanos dos estrellas para enterrar a nuestros muertos en la órbita
y toma lo que quieras del mar, y déjanos dos olas para pescar
y toma el oro de la tierra y el sol, y deja para nosotros la tierra de nuestros hombres
y regresa, extraño, regresa a los tuyos… y busca la India.
3
Nuestros nombres, árboles hechos del habla divina, un ave volando más alto que
un fusil. No corten los árboles del nombre, ustedes que vienen
en guerra desde el mar, no suelten sus caballos en llamas sobre la planicie
Para ustedes su Creador y para nosotros el nuestro, para ustedes su fe y para nosotros la nuestra
Entonces no entierren a Dios en libros que, como ustedes pretenden, les han prometido una tierra sobre nuestra tierra
¡Y no hagan de su creador un “chambelán” de la corte del rey!
¡Tomen las rosas de nuestros sueños para ver lo que nosotros vemos de la felicidad!
Y duerman bajo la sombra de nuestro sauce para que vuelen palomas… palomas…
como han volado ya nuestros buenos ancestros y regresaron en paz… en paz…
A ustedes los blancos les faltará la memoria de la partida del Mediterráneo
Y les falta la soledad eterna en un bosque que no se asome al borde del abismo
Y les falta la sabiduría de las rupturas, les falta una recaída en las guerras
Y les falta una piedra que no obedezca a la veloz corriente del río del tiempo
les faltará un momento para meditar en cualquier cosa, para que crezca en ustedes
un cielo necesario para la tierra, les faltará un momento para vacilar entre un camino y otro camino, les faltará Eurípides un día y los cantos de Canaán
y de los babilonios, les faltan…
las canciones de Salomón sobre Sulamita, les faltará un lirio para la añoranza
les faltará, hombres blancos, una memoria para domar a los caballos de la locura
y un corazón que rasguñe las piedras para pulirse al llamado de los violines… les falta y les faltará el titubeo de la pistola: pero si deben matarnos
no maten a las criaturas que nos han brindado su amistad, no maten nuestro ayer
Les faltará una tregua con nuestros espíritus en las noches estériles de lluvia
y un sol menos ardiente, y una luna llena menos llena, para que el crimen aparezca menos festivo en la gran pantalla, así que tómese su tiempo
para matar a Dios…
7
Hay muertos que duermen en cuartos que ustedes construirán
hay muertos que visitan su pasado en el lugar que ustedes están destruyendo
hay muertos que pasan por encima de los puentes que ustedes construirán
hay muertos que iluminan la noche de las mariposas, muertos que
vienen al amanecer para tomar el té con ustedes, calmos
tal como los dejaron los fusiles, así que ¡dejen, huéspedes del lugar,
sillas vacías para los anfitriones… para que les lean
a ustedes las condiciones de paz con los muertos!
Fragmento
Mahmud Darwish. "Discurso del 'indio'. El penúltimo ante el 'hombre blanco'". Traducción cooperativa al español de Dánivir Kent, Hugo César Vásquez, Luz Tafoya, Gabriela Macedo, Bernardo Cortés, Satya Chatillon, Rafael Mondragón, Alexis Millán, Renato Huarte, María Cataño, Jorge Rodríguez, Mateo Martínez Abarca, Andreas Ilg, Sara Sutton, además de Shadi Rohana, Silvana Rabinovich y Mara Pastor. En Silvana Rabinovich (ed). Retornos del Discurso del 'indio' (para Mahmud Darwish). México: UNAM, 2017.
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