No hay amigos: hay momentos de amistad.
Un poco de odio purga la bondad.
Nuestra bondad es nuestra maldad cuando duerme.
Pertenece a una familia muy honorable, como todos los ladrones.
Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener.
Sólo hago vida social cuando tengo ganas de aburrirme.
El hombre realmente libre es aquel que puede rechazar una invitación a comer sin dar una excusa.
Pálida como si se alimentase de nieve.
De vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes.
La modestia sienta bien a los grandes. No ser nadie y sin embargo ser modesto, eso es lo difícil.
¡Sé modesto! Es la clase de orgullo menos desagradable.
Si todos mis admiradores comprasen mis libros, tendría menos admiradores.
El paraíso no está en la tierra, pero hay fragmentos. En la tierra hay un paraíso roto.
Cuando me dicen que tengo talento, no hace falta que lo repitan: lo entiendo a la primera.
Yo nací para el éxito en el periodismo, la gloria cotidiana, la literatura abundante: leer a los grandes escritores lo cambió todo. De ahí la desgracia de mi vida.
He construido castillos en el aire tan hermosos que me conformo con las ruinas.
Entérate de que no habrás progresado realmente hasta que hayas perdido el deseo de demostrar que tienes talento.
Estilo puro, como el agua es clara, a fuerza de trabajo, a fuerza de rozarse, por así decirlo, con las piedras.
El que más nos quiere y nos admira es también el que menos nos conoce.
Los objetos de recuerdo, y hasta las fotografías, ¿para qué? Es dulce que las cosas también mueran, como los hombres.
No me aburro nunca, porque considero que aburrirse es insultarse a sí mismo.
En el fondo de todo patriotismo está la guerra: por eso no soy patriota.
Mi imaginación es mi memoria.
Hay hombres que parecen haberse casado solo para impedir a sus esposas casarse con otros.
Su éxito le permite decir con autoridad, con un aire profundo, cosas absolutamente insignificantes.
Prefiero ser maleducado que trivial.
La prudencia no es más que un eufemismo del miedo.
Un moderado es un señor que se interesa moderadamente por el bien de los demás.
Hay amigos que desconfían de nosotros como si conociéramos el fondo de sus almas.
Existe la falsa modestia, pero no el falso orgullo.
Hombre sin corazón, que solo ha tenido emociones literarias.
Si hay algo más desagradable aún que el arribismo, es la exhibición de la modestia.
¡La palabra exacta! ¡La palabra exacta! ¡Qué ahorro de papel el día en que una ley obligue a los escritores a ser precisos!
El ingenio es a la verdadera inteligencia lo que el vinagre al vino fuerte y de buena añada: un brebaje para cerebros estériles y estómagos enfermizos.
Que no te engañen los rostros altivos y silenciosos: son tímidos.
Lo propio del artista no será consagrarse a una gran obra, como por ejemplo la fabricación de una novela, en que todo el talento debe someterse a la exigencias de un tema absorbente que él se ha impuesto; lo propio del artista será escribir a salto de mata sobre cien temas que surjan de improviso; desmigar, por así decirlo, el pensamiento. Así, nada es forzado. Todo tiene el encanto de lo involuntario, de lo natural. No se provoca: se espera.
Por primera vez en mi vida he comido un plátano. No lo repetiré hasta llegar al Purgatorio.
Ella tiene un modo maligno de ser buena.
¡Que la mano que escribe, ignore siempre el ojo que lee!
¿Qué hace el pájaro en la tormenta? No se aferra a la rama: sigue a la tormenta.
Su torre de marfil: cualquier trastienda.
Llamo “clásicos” a los que aún no hacían de la literatura un oficio.
La traducción, ese crimen de personas deshonestas que, desconociendo una y otra lengua, se lanzan audazmente a la tarea de sustituir una por otra.
——— Jules Renard. Diario 1887-1910. Josep Massot e Ignacio Vidal-Folch (edición, traducción y prólogo). Barcelona: Debolsillo, 2008.
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