Traducción de Chantal Maillard
Pinto para volver a mí; para reunirme con algo que me llama, que la escritura deja aparte, inafectado, para unirme también de otra manera a este mundo que se adormece si uno no colabora con él con algunos primeros movimientos.
Empecé tarde. Tarde me di cuenta de mi falta. Adulto, continuaba yendo y viniendo, expandiéndome en humores, en actos pronto interrumpidos, en ensoñaciones reflexivas, en ensayos inseguros, en escritos, en viajes... Pero algo no estaba integrado, no se calmaba, me reclamaba, me quería presente de otro modo.
El ámbito que faltaba no era siempre ámbito de lo visual, ni siquiera una adaptación del mismo.
Líneas por signos, para cifrar o descifrar, líneas a la aventura que no pretendían determinar nada, encerrar nada, ni tampoco afirmar, extrañas líneas, esas que acudían a mí, compañeras de figuras inciertas, de fantasmas de seres...
Una vez superada la timidez inicial, cierto tumulto interior entraba a formar parte. Todo tipo de pequeñas explosiones en mí con las que nunca había sabido qué hacer, a menudo insoportables y literariamente poco expresables, encontraron, en cuanto les ofrecí las materias de la pintura, una salida... por fin. Repeticiones, a veces tan sólo eso, devenidas ritmos, únicamente ritmos, podían, en otros momentos, convertirse en multitudes. En los trazos entrecortados del dibujo, venían a insertarse rastros de vida ajena, movimientos de animales, gestos de hombre, sombras del interior.
Apenas formados en unos instantes, ya los veía situados en paneles, lienzos, papeles. Manifiestos, de ahora en adelante fijados.
La llegada inesperada suscitaba otras al día siguiente. Una nueva función se había establecido.
Desplazamos una piedra: un torrente sigue.
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Henri Michaux. "Pintar". En Escritos sobre pintura. Traducción de Chantal Maillard. España: Vaso Roto, 2018. pp. 215-216.
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