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Writer's pictureiván garcía lópez

Henri Michaux: En el camino de la vida, Paul Celan

Paul Celan se encontró en el camino de la vida con grandes obstáculos, muy grandes obstáculos, algunos casi insuperables, y uno, el último, insuperable de verdad. Fue en aquel penoso período donde tuvo lugar nuestro encuentro, donde nos conocimos... sin conocernos. Hablamos mucho con el fin de no tener que hablar. En él, lo que era grave era demasiado grave. No hubiera consentido que alguien se entrometiera. Para detenerte, utilizaba con frecuencia una sonrisa, una sonrisa que había pasado por mil naufragios.


Hacíamos como que nuestros problemas tenían que ver sobre todo con el verbo. 


En un lecho de nieve, en su "Schneebett", desolado, desesperado, admirablemente duro, reposa el poeta y hará que reposen para siempre de una manera extraña y singular quienes sienten malestar de cualquier forma de reposo. 


La cura que la escritura le proporcionaba no era suficiente, no ha sido suficiente. Saltos en balde. Siempre en la sala de los gritos, apretujado en los instrumentos de tortura. Cada vez, un cielo de tinta. Cada día trae finalmente su golpe. 


Se nos ha ido. Claro que podía escoger. El fin no será tan largo. A flor de agua, el cadáver tranquilo.


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Escrito tras la muerte de Celan.

Citado por Carlos Ortega. “Prólogo. Que nadie testifique por el testigo”. En Paul Celan. Obras completas. Traducción de José Luis Reina Palazón. Madrid: Trotta, 2002. p. 34s.

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