APARICIÓN
Colmada de mí.
Colmada de ti.
Colmada de las velas interminables de quereres oscuros.
Colmada de pliegues.
Colmada de noche.
Colmada de los pliegues indefinidos, de los pliegues de mi vigía.
Colmada de lluvia.
Colmada de fracturas, de restos, de montones de restos.*
De gritos también, sobre todo de gritos.
Colmada de asfixia.
Tromba lenta.
EN LOS LIMBOS LUMINOSOS
Aureolada
aureolada
aureolada como sofocada
cuando se enciende en mí un negro profundo.
Liberada
encadenada
agobiada, accediendo a la calma momentánea
o furiosa, golpeando con el mazo la frente del opositor
Desplegada
recogida
derramada
anastomosándose.
Aureolada.
CAMINANDO
Caminando,
caminando,
vendedor de rostros azotados y de pájaros inquietos,**
caminando en la ciudad abrasada,
vendedor de estelas perdidas,
de fantasmas de viento, de agua, de olores,
caminando con una vida de perro,
caminando,
caminando.
A LA ESPERA
Un ser loco,
un ser faro,
un ser mil veces tachado,
un ser exiliado desde el fondo del horizonte,
un ser enfurruñado en el fondo del horizonte,
un ser gritando desde el fondo del horizonte,
un ser flaco,
un ser íntegro,
un ser orgulloso,
un ser que querría ser,
un ser en el batimiento de dos épocas que se entrechocan,
un ser en los gases deletéreos de las conciencias que sucumben,
un ser como en el primer día,
un ser
OJO
¿Quién hablará del peso
de las miradas en la vida?
Ojo,
ojo,
ojo como Aum,
ojo como fluye el agua,
como retornan las olas,
como abandona la palma,
como vuelve a partir el ausente,
como la desdicha repentina enguata un mundo,
y al mismo tiempo lo extiende.
Ojo eternidad.
QUE DESCANSE EN REBELIÓN
En lo negro, en la noche será su memoria
en lo que sufre, en lo que rezuma
en lo que busca y no encuentra
en la lancha de desembarco que revienta en la playa
en la partida sibilante de la bala que traza
en la isla de azufre será su memoria.
En aquel que tiene su fiebre en sí, a quien no importan las paredes
En aquel que se lanza y sólo tiene cabeza contra las paredes
en el ladrón no arrepentido
en el débil para siempre recalcitrante
en el soportal destripado será su memoria.
En la ruta que obsesiona
en el corazón que busca su playa
en el amante cuyo cuerpo huye
en el viajero roído por el espacio.
En el túnel
en el tormento que gira sobre sí mismo
en el impávido que osa ofender el cementerio.
En la órbita inflamada de los astros que chocan estallando
en el barco fantasma, en la novia ajada
en la canción crepuscular será su memoria.
En la presencia del mar
en la distancia del juez
en la ceguera
en la taza de veneno.
En el capitán de los siete mares
en el alma de aquel que lava la daga
en el órgano de caña que llora por todo un pueblo
en el día del escupitajo sobre la ofrenda.
En el fruto de invierno
en el pulmón de las batallas que se reanudan
en el loco en la chalupa.
En los brazos torcidos de los deseos para siempre insatisfechos será su memoria.
Y ES SIEMPRE
Y es siempre la perforación por la lanza
el enjambre de avispas que se precipita sobre el ojo
la lepra
y es siempre el flanco abierto
y es siempre el enterrado vivo
y es siempre el tabernáculo quebrado
el brazo débil como una pestaña que lucha contra el río
y es siempre la noche que regresa
el espacio vacío pero que acecha
y es siempre la vieja correa
y es siempre el enterrado vivo
y es siempre el balcón desplomado.
El nervio pellizcado en el fondo del corazón que se acuerda
el pájaro baobab que vapulea el cerebro
el torrente donde el ser se precipita
y es siempre el encuentro en la tormenta
y es siempre el borde del eclipse
y es siempre tras la empalizada de las células
el horizonte que se aleja, que se aleja.
Notas del traductor:
*Juego de palabras: Emplie de bris, de débris, de monceaux de débris.
**Juego de palabras. Marchand (vendedor) y marchant (caminando) son homónimos.
---
Henri Michaux. De "Apariciones". En La vida en los pliegues. Traducción de Víctor Goldstein. Buenos Aires: Ediciones Librerías Fausto, 1976.
DE PASAJES
¿Qué hago yo aquí? Yo llamo. Yo llamo. Yo llamo. Yo no sé a quién llamo. A quién llamo no sé. Yo llamo a alguien débil, a alguien quebrado, a alguien altivo que nada ha podido quebrar. Yo llamo. Yo llamo a alguien de allá, alguien a lo lejos perdido, alguien de otro mundo. (¿Era pues mentira, mi fuerza?) Yo llamo. Ante este instrumento tan claro,
no es como sería con mi sorda voz. Ante este instrumento que canta que no me juzga, que no me observa, perdiendo toda vergüenza, yo llamo,
yo llamo,
yo llamo del fondo de la tumba de mi infancia
que se encoleriza y se contrae aún,
del fondo de mi desierto presente,
yo llamo,
yo llamo.
El llamado me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, yo llamo.
Para desmoronar mi cielo raso sin duda sobre todo
yo llamo.
"Poema". Traducción de Arturo Carrera. El Cielo 1 (septiembre-octubre de 1968). Tomado del Archivo Histórico de Revistas Argentinas.
EN LA NOCHE
En la noche En la noche Me he unido a la noche A la noche sin límites A la noche. Mía, bella, mía. Noche Noche natal Que me colmas con mi grito Con mi trigo Tú que me habitas Que haces olas olas Que haces olas por todas partes Y humeas, y eres tan densa Y muges Eres la noche. Noche que yace. Noche implacable. Y su fanfarria, y su playa, Su playa en lo alto, su playa en todas partes, Su playa bebe, su peso es rey, y todo se hunde bajo él. Bajo él, más delgado que un hilo. Bajo la noche La Noche.
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Traducción de Jorge Esquinca.
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