La mente que parpadea
Señor, no vos,
soy yo la que está ausente.
Al principio
la fe era una alegría que guardaba en secreto,
para mí sola
en lugares sagrados:
una ojeada rápida y ya- y luego de nuevo,
en círculos.
Desde hace mucho que te nombro
pero ahora
eludo tu presencia.
Me detengo
a pensar en vos y mi mente
al instante,
como un pez mínimo, sale disparada,
se escapa
hacia las sombras, hacia resplandores que destellan
incesantes sobre
los giros y revueltas del río.
Ni por un segundo
se queda quieto mi ser sino que revolotea
por cualquier parte,
en cada lugar donde pueda girar. No vos,
yo estoy ausente.
Vos sos la corriente, el pez, la luz,
la sombra que late,
vos sos la presencia sin cambios donde todo
se mueve y cambia.
¿Cómo puedo concentrar mi parpadeo, percibir
en el corazón de la fuente
el zafiro que sé que está ahí?
Versión de Tom Maver
del libro: A door in the hive (1989)
Los Residentes del Retiro
El dolor se hunde y se hunde
en el viejo pozo de tierra
debajo de su casa,
cuán profundo, quién sabe.
Cuando necesitan
de él, ahí está.
Sus alegrías
se negaron a compartirse,
hartos de la mano
de uno solo, exploradas
por días en los bosques
moteados, sin caminos,
indomables.
La pena
es lo que uno comparte,
dicen;
y la alegría, el dios deseante
de nuestras soledades, es con lo que
nuestros más queridos amantes,
nuestros alados amigos
nos dejan, para que la cuidemos.
Versión de Tom Maver.
Del libro: Candles in Babylon (1982)
Una sola vez
Todo aquello que por ser
llama y canción, y concedernos alegría,
creímos que volveríamos a ser, a hacer, a visitar,
resulta que fue lo que fue
esa única vez. Cada iniciación
no es el comienzo
de una serie, de una construcción: lo maravilloso
aconteció en nuestra vida, nuestra historia
no se opaca con su ausencia: pero no
esperes volver a buscar más.
Lo que tenga que ser va a ser
único, como fue único aquello. Tratá
de reconocer la próxima
canción por su aura en llamas como un
presente absoluto, como un ahora o nunca.
Traducción de Sandra Toro.
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