Introducción
Desde que comencé a escribir me he considerado como una escritora de lingua francesa ya que este es el lenguage que me «pertenece» y a quien «pertenesco» mas que ni un otro. Constituye la materia esencial de mi penser y de mi sentir, ma no la sola...
Mi madre era una Italiana, crecida en Trieste, de origen de Sarajevo. Mi padre crecido en Sarajevo la encontró en España (Barcelona) en 1936 donde su familia vivia a aquel tiempo.
Se fueron juntos a Francia donde se casaron, encantados por lo que descubrievan de la Frente Popular. En Lyon me naci. Muchas linguas se hablaban en casa: el italiano, el serbo croato, unas palabras en allemán, y un poquito de francés. Y se cantavanlas todas. Una lingua tenian mis padres conocida de ambos: la que llamabamos el «spaniol muestru» y que nos venia de nuestros abuelos, llegados al «Ottoman turco» como se decia, desde la Inquisición d'España. Este idioma havia asimilo muchas palabras de los tierras extranjeras que habian atravesados. No se tenia ninguna memoria de persecución o segregación en aquel pais que no hace mucho tiempo se llamaba la Jugoslavia.
Atravesaron la guerra como tanta gente: sufriendo, escundiendose, y al fin se salvaron con los dos niños que eramos a aquel tiempo. La mas grande parte de la familia quedada en Jugoslavia fue extremida por los Ustachis, aliados de los Nazis.
Cuando empesé a ir a la escuela el francés era para nosotros todos la lingua que teniamos de hacer nuestra. No mostrava yo gran interes por la otra lingua que era «de la familia», del «secreto», del susto y –quisas– de la verguenza. Habia hecho de nosotros «los escondidos». Ademas, comparandola al frances me parecia sin noblesa, sin gramatica y sin... literatura!
A los diez i siete anos descubri los textos de Cervantes y del Lazarillo de Tormes y tambien que el «spaniol muestro» o djidio tenia raices en lo mejor de la literatura castellana y que era precioso testimonio de una epoca de la lingua.
El castellano me era familiar, en vez de que a menudo, usaba palabras que dejaban muy perplexos los maestros mios. Cuantas veces no llamé al sabato, del ebreo «shabat» o al domingos: «alhat!». La muerte de mi madre fue una grande comocion. Además comprendi que con ella, se iba definitivamente un poco de esta lingua de mi infancia, y que para nuestra generación, la muerte de nuestros señores significaba la muerte del lenguaje.
En esta lingua se hallaban el amor de mi madre, nuestra complicidad y nuestras risas.
Asi me atreví a escribir estos poemas para que quede la empresa de su voz. Cada vez que terminé un libro en francés me dediqué a escribir en muestru spaniol algo como un canto.
No se nada de religión, o cerca de nada, ma quisiera que estas palabras en la lingua perdida sean para ella, mi madre, como un kadish repetido a menudo.
Clarisse Nicoïdsky
El color del tiempo
i comu mi sulvidaré di vuestrus ojus pardidus i comu mi sulvidaré di las nochis cuandu lus míus si saravan i lus vuestrus si quidavan aviartus cuandu di spantu si avrian lus di lus muartus para darmus esta luz qui nunca si amató di comu mi sulvidaré
y cómo olvidaré vuestros ojos perdidos y cómo olvidaré las noches cuando los míos se cerraron y los vuestros se quedaron abiertos cuando de espanto se abrieron los de los muertos para darnos esta luz que nunca murió di cómo olvidaré
*
si mi davas tus ojus pudia fazer con unu un barco di l’otru la vela si mi davas tus ojus pudía tumar lus caminus dil mar di la mar qui sta liurandu alrididor di la tiarra di no tiner ojus di no ver di solu liurar
si me dieras tus ojos podría hacer con uno un barco del otro la vela si me dieras tus ojos podría tomar los caminos del mar de la mar que está llorando alrededor de la tierra por no tener ojos por no ver por sólo llorar
*
si arasgarun lus ojus para ver il velu curiladu qui mus ciega si arasgarun lus ojus comu tela qui scondi la varda
si arasgarun
se rasgaron los ojos para ver el velo colorado que nos ciega se rasgaron los ojos como tela que esconde la verdad
se rasgaron
*
cóntami la cunseja qui si camina in tus ojus cuandu lus avris la maniana cuandu il sol entra su aguja di luz in tus suenius
cuéntame la historia que camina en tus ojos cuando los abres por la mañana cuando el sol entra con su aguja de luz en tus sueños
* tus manus
supierun partir la nochi austrándumi las strellas
supierun cayintir la nievi tucandu solu las ventanas
supierun savran avrirmi la tiarra arancanduli la flor
tus manos
supieron abrir la noche mostrándome las estrellas
supieron calentar la nieve tocando sólo las ventanas
supieron sabrán abrirme la tierra arrancando la flor
*
estu
es sólo para ti para mí
no lis diziremus nada
nada a ningunu
mus vamus a ditiner
bien quietus
comu si no si pasava nada
intri ti
intri mí
y quén va ver
mi manu
tu manu
mandarsi un bezu
qui ni la boca veyi
y quén va sintir
la loca mudez
di muestru amor
esto
es sólo para ti para mí
no le diremos nada
nada a nadie
nos vamos a detener
bien quietos
como si no pasara nada
entre tú
y yo
¿y quién va a ver
mi mano
tu mano
mandarse un beso
que ni la boca ve
y quién va a oír
la loca mudez
de nuestro amor?
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Clarisse Nicoïdsky. El color del tiempo. Poemas completos. Traducción de Ernesto Kavi. México: Sexto Piso, 2014. 118 pp.
"Clarisse Nicoïdsky nació en Lyon en 1938 y murió en París en 1996. La crítica la considera unánimemente como la poeta sefardí más importante del siglo XX. Su obra marcó decisivamente a varios poetas hispanoamericanos, en especial a Juan Gelman y al español José Ángel Valente [...]. Fue, además, una importante crítica de arte y una reconocida novelista. Su obra poética, hasta ahora inhallable, se reúne aquí por primera vez en su totalidad" [De la solapa].
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