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Hilde Domin en América Latina




Iván García


Era necesario hacer este libro y traducirlo como está traducido, con empatía y conocimiento. No sólo porque Hilde Domin tuvo una conexión tremenda con América Latina, sino por la inusitada mezcla de dulzura y fuerza que hay en sus poemas. Inexplicablemente, no teníamos hasta hoy un solo libro de poemas suyos. Ahora contamos con una antología individual, que ya desde su título augura un buen resultado: Canciones para dar aliento, organizada y traducida por la venezolana Geraldine Gutiérrez-Wienken, que vive desde hace mucho tiempo en Heidelberg, la misma ciudad alemana donde Domin estudió y a la que regresó para pasar sus últimos años.


Con qué agradecimiento se ve la falta de artimañas en sus poemas, la milagrosa facilidad e inocencia con que los elementos acuden a la página. Es obvio que hay estudio, trabajo y reflexión detrás, pero esto sólo hace más sorprendente la docilidad con que aparecen y discurren sus poemas. Domin tiene la sabiduría necesaria para no lesionar la delicadeza del poema; lo va hilvanando todo desde el entusiasmo y la sorpresa. Escribir es como besar –dijo alguna vez–, no se puede estar haciendo todo el tiempo; escribes cuando estás emocionada. Y todo eso nos ha llegado diáfanamente con esta traducción: “Quién pudiera / lanzar alto / el mundo / para que el viento / lo atraviese.” Eso es todo lo que dice el poema y no necesita decir más. ¿Lo escribió una niña? ¿Lo escribió una desesperada del mundo? Quizá fue una mezcla de ambas.


En una carta en español a Vicente Alexaindre, escribe: “Hay que ser poeta para permitirse el lujo de tanta sencillez”. Se refiere a la poesía de Cernuda, pero lo podemos aplicar a su trabajo: “Las palabras son granadas maduras / caen a la tierra / y se abren”. A la vida le hace bien esta sencillez.


Hilde Domin llegó a República Dominicana en 1940 junto con su marido, el filólogo y arqueólogo Erwin Walter Palm. No era la isla su primera opción, antes habían pensado en México y otros países de América, pero les fue imposible conseguir la visa. Venían huyendo de Hitler, en primera instancia, y luego, ya instalados durante cuatro años en Italia, de la ley antisemita de Mussolini. República Dominicana fue el único país que los aceptó incondicionalmente. Al radicarse en ese lugar, la poeta –que había llegado con el apellido de casada– decidió cambiar su nombre por el de Hilde Domin, en agradecimiento a la tierra que la había acogido. Y allí vivió durante catorce años, inmersa en su propia lengua, pero en una relación estrecha con la cultura hispánica.


Lo curioso es que hasta 1951 no había escrito ningún poema. Domin estudió Derecho, Ciencias Políticas y Economía en la Universidad de Heidelberg y luego hizo el doctorado en Italia, donde trabajó como traductora y maestra de lenguas. Después, en Santo Domingo, se desempeñó como fotógrafa de arquitectura y traductora del alemán al español y viceversa. A menudo, su trabajo consistió en organizar y traducir los materiales de su marido, que ya era desde entonces un experto en monumentos hispánicos y que vino a México en varias ocasiones para dar conferencias (de hecho, aún hoy es una referencia muy importante en ese campo y la UNAM recogió muchas de sus publicaciones, así que Domin en realidad vivió bajo su sombra). Fue sólo a la edad de 42 años, al enterarse de la muerte de su madre en Alemania, que comienza a escribir poesía. A su regreso a ese país en 1954, publica su primer libro, donde escribe: “Mi mano / busca un soporte y sólo encuentra / una rosa como apoyo”. Este último verso da título a su libro y quizá allí se encuentra el secreto de su extrema docilidad constructiva.


Aún tenemos mucho por descubrir de esta poeta. Hay una “Carta abierta” a Nelly Sachs, que es de un brillo absoluto. Hay también entrevistas y conferencias que se incluyeron recientemente en un libro autobiográfico, así como su correspondencia con Palm, El amor en el exilio. Nada de esto está traducido. Gutiérrez-Wienken ha reabierto una grieta, una herida bellísima.


Digo reabierto, porque sí existe un puñado de materiales en español, aunque casi todo se editó en Cataluña: el volumen de ensayos ¿Para qué la lírica hoy?, una antología poética de Hans Leopold Davi y tres libros en prosa. En Latinoamérica, quizá las primeras noticias se dieron en Venezuela a través de la legendaria revista Poesía, que en 1971 publicó algunas páginas de su libro de ensayos, las cuales a su vez se reprodujeron en Poesía y Poética. Este nuevo libro es un acontecimiento.



LINGÜÍSTICA


Habla con el árbol que da frutos.


Inventa un nuevo lenguaje,

el lenguaje flor de cerezo,

palabras flor de manzano,

palabras rosadas y blancas

que se lleva el viento

en silencio.


Confía en el árbol que da frutos

si te ocurre algo injusto.


Aprende a callar

en el lenguaje rosa

y blanco.



PALABRAS


Las palabras son granadas maduras,

caen a la tierra

y se abren.

Todo el interior es barrido hacia afuera,

la fruta desnuda su misterio

y muestra sus semillas,

un nuevo misterio.


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