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  • Foto del escritorIván García

Eugenio de Andrade. Poemas




ÚLTIMO POEMA


Es Navidad, nunca estuve tan solo.

Ni siquiera nieva como en los versos

de Pessoa o en los bosques

de Nueva Inglaterra.

Dejo correr los ojos

entre el fulgor de los claveles

y los caquis que arden en la sombra.

Quien así tiene el verano

dentro de casa

no debería quejarse de estar solo,

no debería.


LAS NUBES


A veces bailan en las colinas

o en los ojos de las tórtolas:

van hacia al sur, buscan

la luz mojada de las islas,

los pies diminutos de la lluvia,

el estallido del mar,

el olor juvenil de la leña

todavía verde y con resina,

el alma de las placitas,

los gorriones, el susurro del alba.


SIN TI


Y de pronto caía el silencio.

Un silencio sin ti,

sin lunas,

ni álamos.

Sólo en mis manos

oigo la música de las tuyas.


VIENEN DE UN CIELO


Vienen de un cielo antiguo, un cielo

de ficción quizá. Las veo llegar,

las veo partir. Son aves

que van de paso, desconozco su nombre.

Tienen como yo poca realidad.

Siguen el rumbo del viento,

hacia el sur, llamadas

por la cal que arde en el mar.

Es difícil, la nostalgia;

y aún más, claro, cuando

el tiempo hiere nuestra mirada

y la priva de lo que fue más suyo:

la desnudez musical de la luz primera.

¿Pero de qué estoy hablando, si no fueran aves?


CANCIÓN DEL PASEO ALEGRE


En el invierno el viento está como dios

en todas partes: en la cabellera verde de los cometas,

en el largo y turbulento sueño de los muchachos,

en los ciegos fundamentos de la alegría.

Ten piedad, le digo,

sé bueno con los desamparados,

sonríe a quien vuelve tarde a casa –la boca

amarga del fermento de la tristeza.

Al igual que dios, el viento

baila indiferente sobre la arena.


HAY DÍAS


Hay días en que creemos

que toda la basura del mundo

se nos viene encima. Luego

al salir a la terraza vemos

a los niños corriendo por el muelle

mientras cantan.

No sé cómo se llaman.

Uno u otro se parece a mí.

Quiero decir: a aquel que fui

cuando llegué a ser presencia

luminosa de la gracia

o la alegría.

Una sonrisa se abre entonces

en un verano antiguo.

Y dura, dura todavía.


Traducción del portugués de Iván García

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