
ÚLTIMO POEMA
Es Navidad, nunca estuve tan solo.
Ni siquiera nieva como en los versos
de Pessoa o en los bosques
de Nueva Inglaterra.
Dejo correr los ojos
entre el fulgor de los claveles
y los caquis que arden en la sombra.
Quien así tiene el verano
dentro de casa
no debería quejarse de estar solo,
no debería.
LAS NUBES
A veces bailan en las colinas
o en los ojos de las tórtolas:
van hacia al sur, buscan
la luz mojada de las islas,
los pies diminutos de la lluvia,
el estallido del mar,
el olor juvenil de la leña
todavía verde y con resina,
el alma de las placitas,
los gorriones, el susurro del alba.
SIN TI
Y de pronto caía el silencio.
Un silencio sin ti,
sin lunas,
ni álamos.
Sólo en mis manos
oigo la música de las tuyas.
VIENEN DE UN CIELO
Vienen de un cielo antiguo, un cielo
de ficción quizá. Las veo llegar,
las veo partir. Son aves
que van de paso, desconozco su nombre.
Tienen como yo poca realidad.
Siguen el rumbo del viento,
hacia el sur, llamadas
por la cal que arde en el mar.
Es difícil, la nostalgia;
y aún más, claro, cuando
el tiempo hiere nuestra mirada
y la priva de lo que fue más suyo:
la desnudez musical de la luz primera.
¿Pero de qué estoy hablando, si no fueran aves?
CANCIÓN DEL PASEO ALEGRE
En el invierno el viento está como dios
en todas partes: en la cabellera verde de los cometas,
en el largo y turbulento sueño de los muchachos,
en los ciegos fundamentos de la alegría.
Ten piedad, le digo,
sé bueno con los desamparados,
sonríe a quien vuelve tarde a casa –la boca
amarga del fermento de la tristeza.
Al igual que dios, el viento
baila indiferente sobre la arena.
HAY DÍAS
Hay días en que creemos
que toda la basura del mundo
se nos viene encima. Luego
al salir a la terraza vemos
a los niños corriendo por el muelle
mientras cantan.
No sé cómo se llaman.
Uno u otro se parece a mí.
Quiero decir: a aquel que fui
cuando llegué a ser presencia
luminosa de la gracia
o la alegría.
Una sonrisa se abre entonces
en un verano antiguo.
Y dura, dura todavía.
Traducción del portugués de Iván García
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